viernes, 18 de diciembre de 2009

San Savage


Me pasó que leyendo un libro creí leerme a mí mismo. Pero no era yo, sino un americano de Carolina del Norte llamado Sam Savage, que en El lamento del perozoso narraba la epopeya de un vecino quejoso porque el de arriba le inundaba el piso cuando su mujer se bañaba. La señora va llenando la bañera mientras hace otras cosas. Y luego se mete en ella. Transcribo:

A continuación se mete en la bañera sin tener en cuenta su considerable bulto ni tampoco la experiencia de Arquímedes y su descubrimiento de que por cada centímetro cúbico de señora Fontini que se sumerge en el agua habrá su correspondiente centímetro cúbico de agua que alcance el rebosadero.

Su mujer no sabe, o lo ha olvidado, que los rebosaderos están hechos para recoger el aumento gradual del agua ocasionado por los grifos, pero que en modo alguno pueden hacer frente a una subida brusca de nivel. El efecto es una subida de nivel que rebasa los exiguos diques de la bañera y se derrama, en grandes oleadas de agua caliente, por el suelo del cuarto de baño. Desde allí se abre camino, por efecto de la gravedad, entre las baldosas del suelo y hasta el cielorraso del yeso de la cocina. En ese punto, el descenso se hace más lento, pero no se detiene, porque el agua va humedeciendo el yeso, hasta dejarlo tan blando que se derrumba precipitosamente sobre su cena de usted.

Termina el relato sugiriendo que le invite a su mujer a ducharse o que la deposite suavemente en la bañera por medio de grúas y poleas.

Qué bonita manera de reconducir el conflicto. A ver si aprendo.

1 comentario:

Sofia dijo...

Conseguir decir las cosas con delicadeza, en caso de conflicto, no es fácil de conseguir. Y es lo más adecuado, si no se resuelve, al menos, se gana en la relación.
Es muy bueno tenerlo presente e intentarlo. Bien por recordarlo.