viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad


Hablando de Dios, yo me lo imagino como Guardiola.

Que se sienta con los futbolistas en el vestuario antes del partido y les pone la canción de Cold Play para que se animen con eso de que vivir es bonito. Luego les recuerda las cuatro máximas del juego: entregarse hasta el minuto noventa, jugar para el compañero, respetar al contrario y al árbitro y hacer felices a los que les ven desde las gradas. Los jugadores le escuchan en silencio. También les pide que respeten las reglas, que no son demasiadas (los futbolistas, como los humanos en general, son seres bastante cortitos de mente y no pueden retener mucho), cuando es libre directo, y lo de la cesión al portero y todo eso.

Y cuando suena el timbre en el vestuario, ese que anuncia que hay que saltar al pasto, se dirige a cada uno y le pide que, sobre todo, sea feliz ahí afuera, que no tiene otra obligación.

Hablando de Dios, hoy, día de Navidad, he pensado en Guardiola.

1 comentario:

Sofia dijo...

Muy bueno Pedro, no sabía esas cualidades no futbolísticas de Guardiola.

¡Cuanta sabiduría en temprana edad!. Siempre se dice "el fútbol es así" pero yo no me había imaginado algo así en el fútbol. No me extraña que se lo esté ganando todo. Claro con el material que tiene y esa filosofía, haces personas convencidas de lo que tienen que hacer, aunque sean botijos.

Y así, tan humilde, para poner la guinda al pastel de la personalidad. No me imaginaba un virtuoso así en ese mundillo del balón donde lo que más suena, es la fama, estar en los medios y el requetesueldazo.

Si es que la mano de Dios tiene esa habilidad de asomarse por donde más nos pueda sorprender.