martes, 2 de junio de 2009

la sexóloga


Venía con una sonrisa que, si hubiera tenido 12 años más, era como para pensar que había aprobado el EGA o que le había tocado la loteria:

- ha venido la sexologa!

Ya tenemos tema para la merienda, pensé. Lo que nunca imaginé es que me iba a desternillar.

- ¿y qué os ha contado? (si, ya sé, que pregunta más obvia)

- pues lo de los condones y los preservativos! (excitado de emoción y sin que se le cayera un milímetro de sonrisa)

- ¿Lo del Papa?

- No!, lo de que son elásticos.

- ¿cómo elásticos?

- superelásticos, lo ha cogido así de la punta y se lo ha metido hasta el codo.

- Dios mío! (lo que hubiera dado por ver las caras de todos en ese momento)

No hubo forma de rascar más argumentos ni más contenido. Solo condones y preservativos. ¿Qué ha sido lo mejor?, pregunté.

- Joe!, cuando se ha desmayado Inés!

- ¿cómo desmayado?

- si, es que no puede ver la sangre.

- ¿pero qué sangre?

- pues cuando han empezado a hablar del SIDA y de las drogas y de todo eso. Inés no se puede ni imaginar la sangre. Se ha dado con la cabeza en el suelo.

- ¿Y tú que has hecho?

- Abanicarle con uno de esos cuadrados amarillos de papel

- ¿con un post - it?

- eso

- eres un hombre con recursos.

Y se fue detrás de unos niños que llevaban condones en la mano y vociferaban.

Y que todavía haya gente que dude de la utilidad de las lineas transversales en el sistema educativo... Descreídos!

4 comentarios:

Sofia dijo...

Cantaba Karina:"Después de un día triste nace otro feliz". Igual no sabes quién es esa cantante porque era de mi década.
¡Muy bueno lo del chaval!

El día hoy, para mi, ha sido mucho mejor que el de ayer, sobre todo si meto entre paréntesis la mamografía. Si lo hubieran concebido como tortura, no estaría tan lograda.

Luego una gozada de tarde, tomando un café, con la brisita, entre sol y sombra y leyendo desde la mitad hasta el final de "La elegancia del erizo". Me enganchaste con el comenario del musgo de la portera de la calle Grenelle. Me ha encantado, desde el principio; eso no me pasa con todos los libros porque me queda el regusto del anterior y me cuesta adaptarme al ritmo del nuevo. Claro que no era el caso, porque fue "La soledad de los números primos", bien escrito y con premio incluído, pero deprimente y desgarrador. Iba a decir que sólo para leerlo cuando estás muy optimista, pero tampoco; sólo si quieres cambiar de ánimo, porque describe tan extraordinariamente la soledad humana, que perturba.

Pero los dos anteriores, si fueron un disfrute: los aconsejo:"La fórmula preferida del profesor" de Yoko Ogawa, delicado y delicioso; y "La plaza del diamante" de Mercé Rodoreda, una pasada de minuciosas descripciones de sensaciones, lugares y vivencias.

Con tiempo y sin exámenes para corregir, la lectura llena las horas, fabulosa compañia, cuando los amigos trabajan.

Pedro Mendigutxia dijo...

Pues la Idea Profunda tercera no tiene desperdicio. A mí me dió para pensar quince días: "los que saben hacer las cosas, las hacen; los que no saben, enseñan a hacerlas; los que no saben enseñar, enseñan a los que enseñan, y los que no saben enseñar a los que enseñan, se meten en política (...) Lo que esta frase quiere decir no es que los incompetentes tengan un lugar bajo el sol, sino que no hay nada más difícil e injusto que la realidad humana: los hombres viven en un mundo donde lo que tiene poder son las palabras y no los actos, donde la competencia esencial es el dominio del lenguaje" Yo saqué la conclusión de que debía hablar menos. Por eso hablo menos. Y procuro hacer más.

Blanca dijo...

Lo que no me ha quedado muy claro es que pretendía la sexóloga al en fundarse "la gomita" hasta el mismísimo codo. De haber sido sexólogo y muy del centro de Bilbao...

En fin, por lo menos no terminó su demostración con un: "bueno, hay tallas mayores"

Que paseis un buen día!

Blanca dijo...

Enfundarse; ya lo sé, este teclado empieza a solidarizarse con el ordenador de Mendi