martes, 16 de junio de 2009

6.0 megapixels


Mi abuela las llamaba máquinas de retratar. Y antes no todo el mundo tenía una. Ahora hay cámaras de fotos en los móviles, en los mecheros de propaganda y en las plumas estilográficas, aunque no seas 007, y cualquier mindundi tiene una Olimpus. Antes nos esmerábamos en colocar las fotos en el álbum, y los más ocurrentes escribían pies de foto que hacían sonreir cada vez que los leías, porque los álbumes se abrían sólo entrada la Nochebuena, y ya no te acordabas del año anterior. Ahora todo está almacenado en cedés que la gente almacena en fundas que almacena en estuches que almacena en bolsas que almacena en armarios.

Toda esta saturación se debe a que queremos sacar fotos de todo. Y eso no puede ser. Si todo es importante, lo verdaderamente importante pasa inadvertido. Por ejemplo, antes llevábamos la máquina de retratar a la Primera Comunión de un primo. Y ahora vas con ella hasta a las insoportables jornadas de puertas abiertas de la piscina, tardes de humedad y michelines en las que, como cada mes de junio, te enseñan el resultado de la inversión en clases de natación de tus hijos. De entre estos resultados hay algunos patéticos, pero eso no disuade a los progenitores de inmortalizarlos en imágenes.

Sin ir más lejos, una niña rellenita, al arrojar su cuerpo desde el podium, se dió una tripada que, además de salpicarme, me trajo a la cabeza el principio de Arquímedes, y la madre, cuya sola visión explicaba la redondez de la niña, le pidió que repitiera. Así tres veces. Ni la niña era Nina Zivanevskaia ni la madre Alberto Schommer. Ni Angelina Jolie, tampoco. Y el resultado lo sufrimos todos. Y todo por esta endemoniada generalización en el uso y el abuso de las fotos.

La verdad es que el mal rollo que me da este tema tiene un motivo. Mi vieja reflex y yo llevamos un año separados. Dejó de quererme cuando vió que usaba una mierdosa RICOH de 6.0 megapixels que me tocó en el bote de Nesquik. La tiré, pero aún no me ha perdonado.

1 comentario:

Seda dijo...

Yo tengo una reflex nikon d40 muerta de risa,no encuentro cosas suficientes a las que sacar fotos, todo es tan comun y superficial, que salir a la calle con ella al hombro a la espera de retratar un premio kodak, es tan apasionante como un domingo pegado al sofa (como hoy)
:-)