jueves, 30 de abril de 2009

Un señor de Murcia

La región de Murcia, que es el nombre que tiene esta famosa comunidad autónoma, estaba buscando un slogan para promocionarse como destino turístico ahora que la crisis amenaza con vaciar La Manga de personas y con bajar diez grados la temperatura del agua, cosa que no se puede consentir. Encargaron el trabajo a una prestigiosa firma de publicistas de Madrid, de esos que llegan a la oficina a las 10 de la mañana vestidos de rosa y de flores y trabajan sentados alrededor de una mesa con café y bollos soltando paridas a ver cuál tiene más gracia. Se pusieron a buscar el estereotipo de murciano, del que reirse un poco igual que los vascos hicieron con el Patxi aquel de Euskaltel. La pregunta fue: ¿a qué se parece uno de Murcia?. A Jesús le preguntabas cosas más difíciles, como ¿a qué se parece el Reino de los Cielos (fíjate tú, el Reino de-los-cielos!)?, y te contaba cuentos de señoras que buscaban monedas, de tesoros escondidos, de perlas, de piratas, de todo. Pues a estos no. Habían agotado las reservas de café y no se les ocurría nada, de manera que ganó la idea de que un murciano no se parece a nada, ni a nadie. Que un murciano no responde a ningún estereotipo. Que un murciano no se parece en nada a otro murciano, ni tampoco a una murciana. Y que las murcianas tampoco se parecen entre sí. De manera que un señor de Murcia es el no - estereotipo, de la misma manera en que los domingos por la tarde son el no - tiempo. Aquello no sé, pero esto lo tengo comprobado. Hasta la hora del aperitivo el domingo tiene un pase. El periódico, las motos en la tele y el olor de la primavera cuando es primavera hacen ese tiempo bastante tolerable. Pero cuando te ventilas las rabas y el vermú, es todo un precipitarse al abismo de la no - realidad, y quieres que llegue cuanto antes el lunes y puedas volver a reconocerte en el espejo como el lamentable ser humano que uno es, polvo eres y en polvo te convertirás, y el aspecto que tienes entre ambos momentos históricos lo muestra con bastante precisión. Que se anden con cuidado los de Murcia. De no parecerse a nada a no ser nada hay un paso imperceptible. Y no ser nada implica enormes problemas colaterales, de entre los cuales se me ocurre mencionar que no te puedes ni lavar los dientes ni cortar las uñas. Puf.

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