sábado, 11 de abril de 2009

Pepe y Roberto

Cuando no puedo conocer la verdad de las cosas, no me queda otra que mariposear a su alrededor, buscando ángulos extraños.

José Pérez Díaz, Pepe el del Popular, huyó hace 18 años de Santander, acusado de haber distraído 36 millones de euros, que entonces eran 6000 millones de pesetas. Un pico. A mi siempre me ha parecido bastante tenebroso el destino de las cajeras y de los cajeros de los bancos. Pero me imagino al de la oficina del Popular de Santander en 1987 explicando a la señora Huertas que le habían desaparecido 6 millones de la cuenta y quiero morirme.

La tierra es el único planeta de la galaxia donde las cosas inconcebibles, como que se volatilicen 36 millones de euros, son posibles. Es lo bonito que tiene, para que luego nos vengan los agnósticos y los materialistas diciendo que no se creen lo de Dios y todo eso.

Pues bien, cuando iba a la mundialmente famosa feria de azulejos de Chicago, la policía mejicana detuvo a Roberto García Gómez al comprobar que su dedo índice era el mismo dedo índice que el de José Pérez Diez. Anda, qué casualidad!. Roberto, cuando le preguntan, no dice que no sea José. Y él mismo alimenta la confusión diciendo que quiere volver a España a recobrar su identidad (anda que no habrá clientes estafados dispuestos a ayudarle). Así que Roberto no es Roberto, eso parece claro. Pero tampoco está tan claro que sea Pepe. A la embajada española, al menos, no le consta, ya que en su pasaporte pone Roberto, y no José. Y no tiene más documentos. En la embajada española en Méjico trabajan los más sagaces del cuerpo diplomático. Dicen los de la Interpol.

El hijo del protagonista de esta bonita historia sí es Roberto, porque Pepe, o Roberto, en Méjico se casó con Diana, a la que ocultó su verdadera historia, y tuvieron a Roberto, hijo. Iba a decir "como su padre", pero ya hemos quedado en su padre se llama de otra forma. A Diana, cuando le preguntan, dice que ella no juzga a Pepe. Lo que no sé es por qué le llama Pepe si ella piensa que se llama Roberto. Así que una de dos, o ella lo sabe todo, y entonces a lo mejor tampoco se llama Diana (ni el hijo Roberto), o el golfo de Pepe, o Roberto, o quien sea, le ha engañado durante todo esto tiempo. Viva el amor!. También puede que él se queje de ella, quince años tratando de hacerte amigo de tu nueva identidad y ella que si Pepe por aquí, que si Pepe por allá, cuando quieres ser Roberto.

Yo, que no soy tan sagaz como los de la embajada, me pregunto por qué no volvió antes a Santander a buscar su identidad. Porque es muy duro vivir sin identidad.

Firmado: Loli

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