domingo, 12 de abril de 2009

autopista fuera


Remedios Amargo (en la foto arriba, a la izquierda, asomada al balcón de su casa) denunció al Ayuntamiento de Sevilla porque cuando la imagen del Cachorro pasaba por debajo de su piso el nivel de decibelios superaba en 60 el tolerado por las ordenanzas muinicipales. Además, el año que tenían mal día los costaleros de la izquierda, la punta del travesaño de la cruz de le metía en el salón y le dejaba perdidas las cortinas.

Quiso el azar que el funcionario municipal encargado de tramitar la queja fuera el abad de la Pontificia, Real e Ilustre Hermandad y Cofradia de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Madre y Señora del Patrocinio, popularmente conocida por la Hermandad del Cachorro, fundada en 1584, cuando se podían poner esos nombres a las cosas.

Como era un funcionario celoso de sus quehaceres dió curso a la denuncia empleando todo el rigor de que le había investido la madre naturaleza, para responder por escrito a la susodicha que la Cofradía llevaba viviendo en Sevilla 350 años más que ella, y 309 años más que el inmueble que habita. Que si no le gustan los clarines se ponga a Chanbao a todo trapo cuando pase la procesión. Que sus cortinas son las más feas de todo el recorrido, así que no sabe por qué se queja. Que la ordenanza de los decibelios, como todas las leyes humanas, está hecha para los humanos sevillanos y sus humanos visitantes, no para Dios, cuyo hijo y su cuadrilla de cofrades pueden hacer con ella lo que les venga en gana. Y que se prepare porque el año que viene han invitado a la procesión a una cofradía de Zaragoza en la que apuestan a ver quien rompe más cristales con las vibraciones sonoras de timbales y trompetas.

No sé por qué estúpida asociación de ideas me he acordado de todos los que se compran un piso con vistas a la autopista de entrada a la ciudad y luego cuelgan de su ventana carteles de "autopista fuera" y "queremos dormir".

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