martes, 28 de abril de 2009

los calzoncillos del revés

Me di cuenta de que me había puesto los calzoncillos al revés cuando ya era demasiado tarde, y las enfermeras, la titular y la de prácticas, se miraban y sonreían. O eso me pareció. La joven, además, tenía edad de haber sido mi alumna dos o tres años atrás, y eso hacía su sonrisa doblemente hiriente. "Tú sabrás mucho de Platón pero no sabes ni por dónde te da el aire", creí adivinar que decía entre dientes mientras me ayudaba a tumbarme boca arriba debajo de la máquina de rayos.

Ahí quedé yo, desnudo entre el pecho y la mitad de los muslos, y tapando mis vergüenzas con unos calzones con la etiqueta para afuera. Y como era una radiografía de las de diseño, hube de mantener el innoble gesto una horita de nada. Cada vez que entraba a cambiar la placa de debajo, la enfermera joven me sonreía. Las doce últimas veces no la miré.

Me merezco la mofa, pero es que no hay forma de acertar con la ropa a las seis de la mañana y con la luz apagada. Aunque tenía que haberlo pensado el día anterior, que ir al hospital no es cualquier cosa. Cuando era pequeño, si habia que ir al médico, mi madre me obligaba a ducharme, aunque no fuera sábado, y a ponerme una muda limpia completa: camiseta, calzoncillos y calcetines. Yo creía que era porque así las radiografías salían mejor, con menos mierda interpuesta, pero era por ella, para que sus hijos parecieran un pincel, aunque no lo fueran, allí donde tenían que parecerlo. "Seremos pobres pero limpios", decía, como si todos los que no tienen posibles fueran unos guarros.

Mi madre era una mujer con muchas competencias técnicas: Sabía perfectamente cómo manejarse en el proceloso mundo de los inconvenientes cotidianos. Y además de saber, quería y podía, que es lo que le hace a uno competente. Y ser competente es mucho más útil para vivir que ser inteligente.

Moraleja: si además de ser una persona con seso quieres parecerlo, no te olvides nunca de hacer lo que hubiera hecho tu madre. Si no, acabas siendo un intelectual con los calzoncillos vueltos del revés. Simpático, pero risible.


1 comentario:

maika dijo...

¡Gracias,Pedro, por estos ratos que nos haces pasar!... voy a echarlos de menos cuando a base de sesiones "litotricias" hagan añicos la piedra que habita en tí.