Se saltó un control de la Ertzaintza con un katxi en la mano. Se dió a la fuga, apagando las luces para que la policía no pudiera seguirle, y acabó estrellado contra un talud 15 kilómetros más allá.
Ileso.
Un pena.
Se podía haber roto una pierna.
O una uña.
1 comentario:
Si ya lo decía Calimero que este mundo no es justo.
Que tampoco es para desear un mal a nadie.
Pero te puede pasar que bajas la basura a velocidad normal y sin que te persiga nadie, con las luces de la escalera encendidas y te pegas un morrón que te escayolan hasta las pestañas.
Y claro, el zangolotino del katxi sacando la conclusión de ser el superhéroe de la cuadrilla, animándose a repetir la azaña y tú cogiéndole miedo hasta para bajarte de la cama.
Calimero, hijo mio, ¡que razón tienes!
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