miércoles, 2 de junio de 2010

Bilbao

Hace tiempo que no iba a un cóctel, y tenía perdida la medida a las cosas. Me volvió a impresionar la de jubilados infiltrados que se colaron. También me impresionó ver lo bien sincronizada que ejecutaban los asistentes la maniobra envolvente al camarero en el momento en el que este hacía su entrada en el recinto donde tenía lugar el evento, dejandole pelao de pinchos y con cara de a estos no les han dado de comer hoy en su casa. Igualmente, el éxito que las tortillas de patatas tienen siempre sobre otras propuestas más barrocas y menos reconocibles, en parte porque estas últimas nunca sabes por dónde se agarran, ni si maridan con un txakolí bien frío, ni si provocarán gases u otros efectos colaterales.

Impresiona mucho ver a una pareja de mujeres ya entradas en años comiendo a tumba abierta. Y a otra diciendo aprovecha, que así vamos cenados, y a una tercera llenando sin recato el taper para mañana. Impresiona ver a un abuelo sentado en una esquina pidiendo le llenen el plato, que a él no le llena comer así, de mariconadas sueltas, pero que no hay platos, le dice la nuera, pues entonces en una servilleta, contesta. Impresiona ver al Concejal de obras y servicios bebiendo whisky en un lunch donde solo sirven vino y bebidas no alcohólicas.

Impresiona ver la extraordinaria capacidad de las personas de hablar mucho sin decir nada.

Y sobre todo impresiona ver a tanta gente de Bilbao concentrada y ociosa en el corazón de la ciudad. Te preguntas quien se estará ocupando en ese rato de hacer girar el mundo.

1 comentario:

Blanca dijo...

El mundo estaría ahí; abasteciéndose de pintxos. Porque era el mismito centro del mismo el que se había tomado un respiro; Porque hablas de Bilbao ¿no? y si el centro para..., pues, el resto también lo hace (céntríguga debe llamarse)
A lo mejor es que nos ha llegado al Norte, un poco de la filosofía de: "que me estás estresando...!!" de nuestros hermanos del Sur. Algo bueno tienen que tener estos tiempos de la globalización!